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¿El romance sostiene tu matrimonio? ¡Cuidado!

  • S García
  • 30 mar 2024
  • 3 Min. de lectura

Dietrich Bonhoeffer estaba comprometido para casarse con María von Wedemeyer cuando fue ahorcado al amanecer del 9 de abril de 1945 a los 39 años. Siendo un joven pastor cristiano en Alemania, se opuso al nazismo y fue arrestado el 5 de abril de 1943 por participar en una conspiración para asesinar a Adolfo Hitler. Bonhoeffer nunca se casó, pero desde la cárcel, escribió ampliamente sobre el matrimonio según la Biblia, especialmente en sus ‘Cartas y apuntes desde el cautiverio’.

 

En la cárcel Bonhoeffer escribió: “Así como se entregaron el anillo mutuamente y ahora lo han recibido por segunda vez de manos del pastor, de esa manera el amor proviene de ustedes, pero el matrimonio proviene de arriba, de Dios. Así como Dios está en lo alto, por encima del hombre, así también lo están la santidad, los derechos y la promesa de amor”. Y agregó una afirmación que debe ser atendida: “No es su amor lo que sostiene el matrimonio sino, de ahora en adelante, es el matrimonio lo que sostiene su amor”.

 

A lo largo de los siglos se han sostenido ideas equivocadas respecto del matrimonio. La distorsión en la concepción de la relación matrimonial está relacionada directamente con los comportamientos, ideas y culturas que nada tienen que ver con el propósito y diseño original de Dios, el autor del matrimonio.

 

Muchas de estas ideas equivocadas se han extendido en las últimas décadas, a tal grado que se aceptan como verdades entre las multitudes y están determinando un futuro agonizante para el matrimonio. Una de ellas, alentada por la literatura, el cine y la música, es que el matrimonio es principalmente una relación romántica. Sin romance no hay matrimonio, se dice. Cuando se acaba el romance se acaba el matrimonio, añaden otros. “Porque mueren los deseos, por la carne y por el beso. El amor se acaba”, se escuchaba cantar una y otra vez a José José en las estaciones de radio de los años ochenta en América Latina. Con esa idea clavada en la mente es que muchos jóvenes llegaron al matrimonio “hasta que el amor se acabe” …bajo cualquier razón o pretexto. Y, entonces, la separación -aunque vivan bajo el mismo techo- o, de plano, el divorcio.

 

Dios no hizo así el matrimonio. No fue su diseño ni su propósito. A eso se refería Dietrich Bonhoeffer cuando escribió que, en el matrimonio “no es su amor (el de los esposos) lo que sostiene el matrimonio sino, de ahora en adelante, es el matrimonio lo que sostiene su amor”. El hombre no creó el matrimonio; es obra de Dios. Jesús reafirmó esta verdad que relata Génesis 2:24 cuando dijo, “¿No han leído que en el principio el Creador “los creó hombre y mujer”? Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y los dos llegarán a ser uno solo” (Mateo 19:4-5 NVI). Él hizo el matrimonio y Él lo sostiene.

 

“Cuando una pareja pronuncia sus votos, el actor o gestor principal no es un hombre, ni una mujer, ni un pastor o un sacerdote, es Dios. Él vincula a la esposa y al esposo en la unión en un solo cuerpo. Dios hace eso. El mundo no sabe esto. Esa es una de las razones de por qué se trata al matrimonio de una manera tan informal. A menudo, los cristianos ‘actúan’ como si no lo supieran; esa es una de las razones por las cuales en la Iglesia no se ve al matrimonio como la maravilla que es”, escribe John Piper.

 

Por eso es peligroso dejar la maravilla del matrimonio, que Dios creó, en las inestables manos de nuestras emociones y sentimientos. Ese pacto ante Dios está resguardado por Él y para Él. El amor hacia el cónyuge es producto de ese pacto matrimonial ante Dios, y no al revés. Por eso Jesús añadió en el pasaje de Mateo, “así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”.



*Fragmentos editados y citas de John Piper tomadas de su libro 'Pacto matrimonial. Perspectiva temporal y eterna", Tyndale House Publishers, 2009

 
 
 

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